Querido imbécil ¿a qué esperas?

Definir a Camilla no es difícil, ni si quiera complejo o simplemente sencillo; es imposible.
Puedes intentarlo, muchos lo han hecho y, tal como esperaba, todos se han quedado cortos. Intentaron describir a esa niña - ya no tan niña - que camina sobre altos tacones y que danza sobre las babas que despierta en cada hombre. Sinónimo de deseo, su nombre ha llegado a los oídos de tantos londinenses que le resulta fácil, incluso natural, despertar esa curiosidad que recome por dentro a toda aquella persona que ha sido digna de recibir una mirada, una palabra, por parte de Camilla.
¿Quién se llegó a imaginar que Camilla Träff, esa pequeña niña de ojos bonitos, hija del Inspector más conocido y admirado de todo Londres, capaz de encandilar con tan solo una sonrisa inocente, llegaría a convertirse en quien es ahora?
La gente habla. La gente opina. "La muerte de su padre le ha cambiado por completo..."
Y sí, puede ser. Pero ¿qué mas da? Ahora ya da igual la niña que era, da igual lo mucho que haya cambiado, y da igual el porqué.
Lo que importa es quién es.
Mimada desde nacimiento. Malcriada. Siempre consiguió tener todo lo que deseaba. Bastaba dejar salir de sus definidos labios unas cuantas palabras y, en menos de lo que esperaba, lo tenía todo, absolutamente todo, en sus manos. Pero ahora eso ha cambiado. La niña buena creció, perdió a su madre, cambió, perdió a su padre, y tuvo que arreglárselas para seguir consiguiendo todo lo que se proponía pero, esta vez, con el sudor de su frente.
¿Una recomendación? No esperes nada de ella. Está acostumbrada a joder, a lastimar. Ella es así. Sin si quiera conocerte te tratará con bordería, con sus rebuscados comentarios sarcásticos y su mirada superficial. Y, por muy contradictorio que parezca, no es que se crea superior a nadie. No se ve por encima de los demás ni se piensa que es mejor que todos ellos. Ni si quiera se molesta en compararse con nadie. Simplemente, ha crecido siendo así. Es su forma de ser, de actuar y de pensar. Ley de vida.
Y sin embargo, y a pesar de caer verdaderamente mal a casi todos sus compañeros de trabajo, es admirada por su carisma a la hora de actuar como lo que es: Una inspectora de los pies a la cabeza.
Cambia totalmente en cuanto entra en su oficina, o cuando se presenta un caso importante. Sabe actuar. Sabe lo que hace. Confía en ella y sabe que todos los demás también, por experiencia. No niega que, inevitablemente, más de una vez - la mayoría - se ha dejado guiar por su instinto. Sin meditarlo antes. Y aun así, las cosas siempre acaban saliéndole bien. ¿Cómo? Le da igual. Lo importante para Camilla es que todo salga tal y como ella quiere. Y si no es así... Aléjate. Es un consejo. No quieras estar cerca cuando los nervios, el coraje, la furia y el temperamento de esta joven se desaten.
Todos de una vez.
Camilla vive por y para Camilla, y espera que los demás también lo hagan.

- Inspectora Träff, ¿me haría el favor de....
- ¿Me haces tú el favor a mí de desaparecer?

Enfermedad&Delitos:
Camilla, simple y unicamente, sufre insomnio. No consigue que el sueño se adueñe de ella en las largas y ruidosas noches de Londres. Y curiosamente ésto no hace que su actitud, a la mañana siguiente, sea más apagada . Ella se mantiene firme, ante todo, y la esperanza y la constancia superan el cansancio que la mata por dentro, lenta y dolorosamente.

Gustos:
El café. Se ha convertido en una pieza esencial en el puzzle que forma su vida.
Patinar. Su padre le enseñó a patinar al mismo tiempo que a caminar.
La música jazz. Le hace volver a la explendorosa y bella ciudad de Londres, cuando todo estaba en calma.
Los riesgos. Se siente útil arriesgándose. Por esto mismo siempre está dispuesta a participar en todo, a pesar de las consecuencias que puedan ocasionar sus actos.
La fotografía. Aunque más bien le gustaba. Adoraba captar los segundos en una imagen. Ahora, todo lo que le rodea es miserable, y no digno de ser capturado con una cámara.
El alcohol. Cuando su hermana decidió irse y su padre murió, todo se le vino encima. Llegó a asistir a terapias, ya que se consideraba alcohólica. Ella misma lo reconocía. Ahora, consigue beber con moderación, a veces...

Odios:
¿Que qué odia Camilla? Acabaría antes si dijese lo que no odia.
Esta joven odia, en general. Odia a la gente, odia su ciudad, odia ser vencida, odia no poder vencer.
Odia que llueve, que nieve, que haga sol, que haga aire...
Odia tener que levantarse cada mañana, asomarse a su ventana, y ver la imagen de la ciudad que una vez amó y que está ya destrozada. Odia lo que nunca pensó que odiraría: Los hombres. Odia ver como se le cae la baba cuando ella pasa por delante, y tener que soportar sus intentos de insinuación hacia ella.
Odia a su madre. Odia a su hermana. Se odia a sí misma por haber nacido y por haber vivido lo que ha tenido que vivir.
Lo único que, podría decirse, no odia, es su pasado. Sus recuerdos. Aquellos que, poco a poco, se van emborronando más y más en su cabeza, y que ni si quiera es capaz de recordarlos en sueños. Porque Camilla no sueña. Camilla odia.

Manías&Fobias: Desde pequeña, Camilla siempre ha tenido miedo a las alturas. La sensación de observarlo todo desde arriba le provocaba nauseas, le mareaba.
Sin embargo, con el paso del tiempo, ha conseguido reducir este pánico. Aunque sigue ahí, aterrándola.