Hugo F. Crossman
Ciudadano; Policía
Mensajes : 17
Puntos : 17
Localización : ¿No sientes unos ojos clavados en tu nuca...?
 |  Tema: Hugo F. Crossman Jue Sep 09 2010, 16:38 | |
| Información del Personaje;
- Spoiler:
Nombre y Apellidos:
Hugo Fester Crossman
Edad:
31
Nacionalidad:
Inglesa
Ocupación:
Inspector de policía
Banda:
Ciudadano
Rango:
Policía
Arma:
-Un révolver siempre a punto
-Una navaja para casos de emergencia
Orientación sexual:
Heterosexual
Descripciones;
Descripción física:
Hugo es, sin duda, un hombre que se mantiene en forma. Su profesión exige una agilidad y una fuerza que él, como experto indudable, posee sobradamente. No es demasiado alto, pero tiene una altura respetable perfectamente proporcionada con un cuerpo fibroso y bien formado. Sus movimientos, su manera de estar, todo en él demuestra la seguridad de quien sabe que siempre controla la situación, y tiene la habilidad de no perder cierta elegancia violenta. Nunca mueve una milésima parte de su cuerpo sin que sea un gesto totalmente medido y calculado, y hace gala de unos reflejos y una rapidez envidiables. Sus manos, huesudas y curtidas, tienen un pulso impecable y una firmeza sorprendente. Su piel está sesgada por numerosas cicatrices en todo su cuerpo que hablan de mil batallas. Las más destacables son dos disparos en su costado izquierdo, peligrosamente cerca de su corazón, y un corte de tono rosado que le cruza la espalda de parte a parte. Tiene otra más que comienza en su mandíbula derecha y termina en su clavícula, cruzándole siniestramente el cuello; una entre los omóplatos, de forma ovalada, no muy grande pero huella de una herida profunda; un corte de arma blanca en la cara interior de su muñeca derecha; una larga y estrecha quemadura marcando su pierna izquierda... Son incontables y, aunque la mayoría suelen quedar ocultas por sus cuidados trajes, son la prueba viviente de que el de Hugo es un oficio con riesgo. De hecho, a juzgar por sus marcas, es realmente milagroso que siga vivo.
Respecto a su rostro, adelanta bastante bien qué tipo de persona es. De rasgos duros y afilados, con los huesos muy marcados, no parece un tipo con el que bromear. Su pelo, negro y liso, suele ocultarse bajo el sombrero gris tan característico de él, del que rara vez se separa. Sus finos labios casi siempre están decorados con una sonrisa que tiene muy poco de alegre, capaz de intranquilizar al más valiente y con un clarísimo punto socarrón de mofa y superioridad. Sus ojos, de color castaño asesino, están ligeramente hundidos y siempre enmarcados por unas ojeras malvas, la única seña de una falta de sueño que no parece hacer mella en él. Siempre tienen un brillo peligroso, de advertencia, con una reluciente burla cruel que se sabe superior y más poderosa que todo aquel que la observa.
Descripción psicológica:
A priori, sólo hay una palabra que describa a Hugo: cruel. Disfruta haciendo daño a las personas, torturándolas, viéndolas sufrir. Le encanta jugar con los sentimientos y las emociones de los demás, como si fueran un pequeño puzzle, y humillarles como a perros sarnosos. No hace distinciones; arrasa con todo y todos, mirando al mundo por encima del hombro. Su lengua es tan afilada como un cuchillo sin usar, y tiene una habilidad especial para destrozar a los demás atacando donde más les duele, con cierta afición por los tacos e insultos de todas clases, desde los más clásicas hasta auténticas bombas de artillería pesada hechas a medida. Mata sin dudar en el momento en que hace falta, y no duda en dejar un cadáver atrás sin siquiera parpadear, sin temer las consecuencias. Frío e implacable estratega, es imposible saber lo que está pensando realmente en cada momento, y no es aconsejable enfrentarse con él ni verbal ni mucho menos físicamente. Está duramente entrenado y, por descontado, es de los que disparan y después preguntan. Además, los años y las experiencias le han envejecido más de lo debido, y ya está de vuelta de todo. Es imposible cogerle por sorpresa, y no es aconsejable ni intentarlo siquiera. Palabras como compasión, empatía o solidaridad no aparecen en su vocabulario. Creo que puedo asegurar, sin temor a equivocarme, de que no hay persona humana en su sano juicio capaz de sentir un aprecio sincero por él. Además, es un alma indomable: en palabras suyas, “a mí no me dan órdenes ni Dios”, aunque no crea en este. Incluso aunque trabaje para otros, siempre acaba haciendo lo que le da la gana, y pobre del que trate de impedírselo. Y es que Hugo también es un hombre tenaz como pocos, con una cabezonería y una determinación que resultan impresionantes. Si quiere algo lo va a conseguir, y punto. Y, por supuesto, lo va a hacer solo. Su orgullo no tiene límites visibles, y no acepta ayuda aunque esté a las puertas de la muerte. Considera que los hipotéticos compañeros de trabajo sólo consiguen entorpecer su camino. Al contrario, cuanto más dispuesta esté una persona a colaborar con él, más se ensaña. Sí, esas son sus víctimas favoritas: aquellos tan ingenuos como para pensar que todo su carácter es pura fachada y que en realidad necesita compañía (craso error, amigo mío). Esos, y, por supuesto, los miembros de las bandas, los traficantes y similares.
Dudo seriamente que haya alguien que adore más su profesión que Hugo. Como él mismo dice, “yo nací policía y moriré policía”. Si bien suena preocupante la idea de que alguien como él esté en un puesto que pretende defender a los ciudadanos, lo cierto es que no hay nadie mejor que él en lo suyo. Y es que si ya de por sí detesta a los seres vivos en general, su desprecio con los que se salen de la ley traspasa todos los límites imaginables. Un odio puro, de esos que ponen los pelos de punta a kilómetros de distancia y hacen que las flores se marchiten a su paso, asoma cada vez que se encuentra con alguien que él considera que no debería existir. Su discurso es siempre el mismo: él lo único que quiere es limpiar un mundo cada vez más lleno de mierda, y ellos son sólo monstruos. Monstruos que, dicho sea de paso, adora erradicar. Si sospecha de alguien, no va a parar hasta tener pruebas suficientes como para meterle en la cárcel hasta que se pudra, hasta pillarle con las manos en la masa, hasta pegarle dos tiros en la cabeza y cumplir con el que considera su deber.
Vida del Personaje;
Familia:
· Elliot Crossman: El padre de Hugo, asesinado a la edad de cuarenta y siete años (hace catorce). Alcohólico y violento, antes de fallecer se encontraba en el paro.
·Aileen Crossman (de soltera Abbott): La madre de Hugo, cincuenta y ocho años. Ama de casa, silenciosa y rota en pedazos. No se sabe nada de ella desde que Hugo se fugó de su casa.
Historia:
Mansfield, 12 de marzo de 1981. Al mundo llegó Hugo Fester Crossman, único hijo de una pareja de clase media. Su nacimiento fue otro más, rodeado del orgullo y la felicidad de sus padres, su única familia cercana, y sin nada que lo hiciera diferente de todos los demás niños que llegaban cada día al mundo en Inglaterra. Tampoco durante los primeros años de su vida, en su más tierna infancia, su vida se distinguió claramente del resto. Si bien nunca fue especialmente sociable, tampoco era ningún lobo solitario. Silencioso sí, pero como cualquier otro niño un poco más tímido de lo habitual. Vivían con un presupuesto muy justo, ya que su madre no trabajaba, y la escasez era su eterna compañera, pero conseguían ir tirando. Hasta que la empresa en la que trabajaba Elliot, el padre de Hugo, quebró cuando el niño rondaba los nueve años. El hombre se vio en la calle y, por mucho que lo intentó una y otra vez, no consiguió ningún empleo con el que dar de comer a su familia. Por eso se refugió en el alcohol. Y ahí empezó el desastre.
Gritos, golpes, un cinturón agitando el aire como un látigo, gritos, botellas rotas, dolor, gritos, miedo, heridas, puertas cerradas para intentar huir, gritos. Fue lo único que conoció Hugo en su infancia. Las palizas de su padre cuando llegaba completamente borracho a casa empezaron como un episodio aislado y terminaron por volverse diarias. La mayor parte de los días, los puñetazos y las patadas eran lo que recibía como saludo el joven cada tarde en su casa. Pero no siempre tuvo tanta suerte. Los cortes hechos con cristales rotos y dos disparos con una vieja pistola que perteneció a su abuelo estuvieron a punto de arrebatarle la vida. Su cuerpo quedó marcado para siempre, pero más todavía su interior. Su madre, aterrorizada, nunca fue capaz de hacer ni decir nada, ni mucho menos enfrentarse a su marido, y Hugo no podía evitar culparla, en parte, de lo que pasaba, de su cobardía, de no proteger a su único hijo. Él, por su parte, cada vez fue encerrándose más en sí mismo, refugiándose bajo siete capas de acero que le amparaban del mundo. Pasaba todo el tiempo posible fuera de una casa que no era capaz de llamar hogar, y se convirtió en un adolescente problemático, metido en problemas y peleas un día sí y otro también, sin amigos que pudieran a poyarle y sin siquiera preocuparse por tenerlos. Más de una vez le expulsaron de su instituto, pero a él nunca le importó. Fueron años difíciles, amigos, muy difíciles. Demasiada rabia acumulada, demasiado odio contenido entre los dientes. Todo estalla tarde o temprano. Hugo no fue una excepción.
Cuando, a los diecisiete años, Hugo escapó con lo puesto de la ciudad que le había visto crecer en un tren sin billete de vuelta, dejaba atrás recuerdos teñidos de sangre y horror, una madre con un futuro incierto y el cadáver de su padre, todavía caliente, en la cocina del piso en el que vivían, con dos certeros disparos en el pecho, obra de su propio hijo.
El rastro de Hugo se pierde durante aquellos años. Vagó por toda Inglaterra de un lado para otro, huyendo de su pasado y de los fantasmas, malviviendo aquí y allá. Lo siguiente que se conoce con certeza de él es que ocho años después trabajaba en el cuerpo de policía, en Boston, y era conocido como uno de los agentes más eficaces. Sus compañeros de aquel entonces declararon que nunca habían visto a alguien que odiara tanto la criminalidad como él. Su carrera avanzó a pasos agigantados, y empezó a sumar una cantidad realmente escalofriante de criminales detenidos por él mismo. Los ascensos no tardaron en llegar, y, antes de que quisiera darse cuenta, le habían destinado a Londres como inspector.
Lleva allí dos años, poniendo todo su empeño en neutralizar a las bandas dueñas de las calles y a los traficantes que se esconden en cada esquina. Son muchos los que se han topado con él, y muy pocos los que han vivido para contarlo. Actualmente, se está dejando la piel en eliminar de una vez por todas a esa minoría, entre los que se pueden contar, por ejemplo, el camello Aaric G. Garmitt, que se escabulló de manera que Crossman todavía no puede explicárselo, y Grecia E. Sugar, a la que Hugo está deseando cazar con las manos en la masa para poder apartala de una puta vez de en medio. Es un oficio peligroso en estos tiempos que corren, pero parece obvio que hacen falta más que un par de amenazas para apartar a Hugo de su trabajo.
Enfermedad&Delitos:
-Robos múltiples en su adolescencia y el asesinato de su padre son datos que procura ocultar a toda costa. Por lo demás, más de uno ha encontrado la muerte en sus manos, pero no sin que la ley le protegiese.
Gustos:
-El deber cumplido.
-El silencio.
-El café solo, con o sin hielo.
-Leer el periódico todos los días.
-La adrenalina.
Odios:
-El alcohol, las drogas y el tabaco.
-Los criminales.
-No controlar la situación.
-Las alturas y los sitios muy abiertos.
-Los animales.
-Su padre.
Manías&Fobias:
-Tiene fobia a las alturas, aunque jamás lo reconocería.
-Prefiere matar mirando a los ojos de su víctima.
-Detesta que le vean las cicatrices.
Otros:
-Las religiones y Hugo, por si alguien tenía alguna duda, no son grandes amigos. La vida le ha demostrado que si hay algún dios ahí arriba, es un grandísimo hijo de puta.
-No posee vehículo propio, prefiere moverse a pie. | |
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