Fucking remembers. [libre]

Whitechapel. Vieja, mohosa, extrañamente apestosa e, indudablemente, sucia. Los edificios de ladrillos rojos -decir rojos solo hacía justicia al pasado, porque la verdad era que en la actualidad eran más bien de una tonalidad ocre debido al desgaste- se elevaban hacia arriba en sus 7 u 8 pisos de altura, envolviendo el cielo y dejando en penumbras la calle, aunque ni siquiera fueran las 3 de la tarde. Esas mismas sombras a pie de calle, habituales durante todas las horas de luz diurna, eran la culpable de la peste a humedad...

Owen inspiró profundamente. Sentado ante las escaleras de piedra de uno de los edificios, medio recostado contra el pasamanos también de ladrillo, hinchó sus pulmones de aquel "extravagante" aroma, para después exhalarlo con regusto. No le pasaba nada raro a sus fosas nasales, y no era idiota: sabía que olía mal, que Whitechapel olía a mierda... Pero al fin y al cabo, era su mierda, y hacía tiempo que no retozaba en ella.
Hacía escasos días, quizas un par de semanas, que había vuelto al barrio. Habían cosas que habían cambiado y que eran jodidamente evidentes -toda la mierda de las bandas- otras no -al fin y al cabo, con bandas o sin ellas las calles eran duras, y Londres en general seguía siendo una porquería-

En una de sus manos, cargaba un botellín de cerveza. Bebió de él y suspiró. De reojo, ojeó en la dirección donde se encontraba su bloque de pisos -aquel en donde vivió toda su niñez y adolescencia- mientras se llevaba un pitillo a los labios. Maldito piso, aún no estaba preparado para ir allí. Demasiados recuerdos, demasiadas heridas abiertas, recuerdos duros que se reavivarían si cruzaba el umbral del edificio.

-Puta mierda.- masculló entre dientes.

Owen no dijo nada en un primer momento. Simplemente, se limitó a extenderle a la chica su cigarro para que ésta prendiera el suyo con la punta candente. La miró, de arriba a abajo descarado, no de forma intimidatoria pero si curiosa. ¿La había visto antes por el barrio? No, nunca. No la reconocía... aunque eso tampoco era nada para extrañarse, en 5 años que no había pisado Whitechapel podrían haber venido muchas personas a vivir allí. O simplemente ser alguien allí de paso -aunque sinceramente, Whitechapel no era un lugar para estar de paso, si estabas allí era por algo-.

Un nuevo trago a su botellín, esperando a que terminara, y alargó de nuevo la mano para recuperar su cigarro.

-Bonito perro- fue lo primero que dijo, apreciando a la enorme bestia que esperaba manso al lado de la muchacha. "Mucho bicho para ella" pensó, y es que a primera vista, hacía a aquella chica con un yorkshire en vez de un mastín. Sonrió viendo como el chucho babeaba y meneaba la cola... No se veía especialmente agresivo, pero no había que confiarse con aquellas bestias. "Te queda un poco grande, eso si" un retazo que pensó en añadir pero que al final solo se quedó en eso, un retazo mental.

-Vaya día de mierda, ¿eh?- claramente, hacía referencia al clima que había despegado aquella tarde. Si, estaban en Londres y lo normal era que el clima fuera una auténtica basura -nublado, siempre nublado, y con aquel frío húmedo que se te calaba en los huesos-, pero los días anteriores no habían estado nada mal. Aunque estuvieran acostumbrados al frío, era una auténtica lata volver a la rutina tras un pequeño regalo soleado.

No tenía muchas más palabras de primeras para una desconocida. Una última y larga calada, y liquidó su cigarro. Lo arrojó de un movimiento lejos de él, lanzándolo hacia la mitad de la carretera que tenían enfrente.