Una hora poco...oportuna {Ethan}

Aquella tarde, ya cansada de escribir y corta de inspiracion, decidi hacer un paron en mi trabajo, darme quiza una hora de descanso para tomar un cafe y tomar algo y luego quizas intentar segir en casa o que se yo...
Sin duda, era la periodista ejemplar, siempre lista para todo, dispuesta a ir a la zona de noticia y sin vida personal...eso ya llegaba a quemar un poco.

Me escape de la central y una amplia sonrisa se dibujo en mi rostro cuando divise el enorme luminoso de Starbucks...oh si, sin duda un buen cafe me ayudaria a sobrellevar este bajon inspiratorio y personal que llevaba encima.

Cruze la puerta del establecimiento y varios jovencitos pubertos llenos de granos se volvieron a mirarme para empezar a cuchichear entre ellos sobre el culo que me hacian esos vaqueros oscuros que llevaba. Bufe y ni siquiera me volvi mientas caminaba hacia la barra para hacer mi pedido.

Despues de esperar unos cinco minutos, por fin me toco y pedi mi capuccino con doble de mocca y canela.

Mientras me lo servian decidi tomar una revista de moda y echarle un ojo para hacer que el tiempo pasara mas rapido...las letras se me juntaban y decidi dejarlo cuando empeze a marearme al fijar la vista. -Joder...- Murmure y alze la cabeza cuando me llamaron para recoger el pedido.

Me busque una mesa apartada de la entrada y me sente a disfrutar del cafe, acompañado claro esta de mi otro vicio, mi malboro bendito ¡¡.

El ambiente, pese a ser un atardecer de otoño bastante frio se notaba algo caldeado en el establecimiento. ¿Que porque creia eso?, bueno...considero que un buen periodista debe tener un poco de intuicion y si eso lo mezclas con el sexto sentido que dicen que tenemos las mujeres, la mezcla sin duda es explosiva.

Me lleve el capuccino caliente a los labios dando un corto sorbo de este, que ensegida me hizo entrar en calor, para despues dar una larga calada a mi malboro.
La gente en el lugar era de lo mas variopinta, desde chicas de unos 14 años vestidas como putas, hasta jueces refutados a los que mas de una vez habia entrevistado, pasando por pandilleros y camellos.

Si...sin duda el lugar donde vivia no se podia llamar precisamente paradisiaco, pero bueno, debia hacerme la idea de que asi era, seguramente ya vendrian tiempos mejores.
Un joven con unas bonitas gafas carreras llamo mi atencion, bueno...mas bien fueron sus gafas, pero luego repare en el. No me sonaba de nada, bueno...tampoco es que yo tuviera amigos en la ciudad, pero alguna que otra cara si me resultaba conocida.

Casi que podia apostar o que...esperaba a alguien o que vendia sustancias ilegales... Me mordi el labio dudosa pensando si acercarme o no, pero mi curiosidad me pudo y tome mi cafe, me levante y me acerque a el a paso seguro con el cigarrillo entre los labios. -¿Puedo...sentarme?- Murmure mirandole con atencion, sonriendo abiertamente, con esa sonrisa que mi madre decia que quitaba el hipo a cualquiera...yo no la creia mucho pero, esperaba que funcionase esta vez a ver con que me sorprendia el chico.

Me sonrio y luego me dijo que si que podia sentarme. Asi lo hize, y le mire a los ojos a traves de sus enormes gafas.

Di un sorbo a mi cafe y suspire, mirandole de nuevo atentamente. No parecia ser un chico de esos bobos a los que era facil darselas con queso. -Bueno...he tenido un dia muy pesado, ¿sabes?.- Murmure al chico sin borrar aquella bonita sonrisa de mi rostro, esperando por lo menos, que le causara confianza.

-Ultimamente me siento muy cansada...y no se me pasa por mas que duerma o tome complejos vitaminicos. ¿Nunca te ha pasado ?- Le dije fingiendo confusion mientras jugeteaba con uno de los anillos de mi mano derecha.

-Amm por cierto, soy Xesca.- Me presente y espere que el hiciera lo mismo, con la mano extendida hacia el. -Espero que no te importe que conversemos durante un rato, un cafe en soledad es muy triste.- Comente con seguridad y saque el paquete de malboro ofreciendole. -¿Te apetece ?- Le dije mientras yo tomaba uno y lo encendia con soltura entre mis carnosos y rojizos labios.

-Ahhh que seria de un buen cafe sin un cigarro ¿eh?- Le dije dandole una enorme calada, mientras esperaba que se decidiera a tomar uno o no.

La chica comenzó a hablar, cosa que a nuestro querido amigoEthan no le hizo demasiada gracia. Las chicas parlanchinas, solo traían algo.Problemas. Intuía o mejor dicho, sabía que tras esas miles de palabras quesalían disparadas cuales proyectiles del calibre más alto posible, había algomás que unos labios. A decir verdad, Ethan comenzó a sentirse algo…incomodo,por llamarlo así. Ni si quiera conocía a la que se llamaba ‘Xesca’ ya le estabacontando su vida. Era algo como…’Emmm sin ofender, déjame apuntarlo a la listade cosas que me importan una mierda’. Pero Ethan, no era tan tonto como parasoltarle así a una chica como ella. De hecho, era lo suficientemente listo paramedir sus palabras en cada ocasión. La palabra equivocada en una equivocadaocasión, en el momento equivocado, podía jugártela y bien. Por eso pensabaantes de hablar, lo que le sirvió esta vez para soltarle a la chica algo como –Claro, me pasa a menudo… ¿A quién no le pasa? – Sonriente, obviamente no lepasaba, simple palabrería. A veces la gente quiere escuchar algo para sentirsemejor, por alivio, incluso cuando saben que es mentira. Esas personas quenecesitan de sosiego para sobrevivir. Bueno, Ethan era de las contrarias, delas que siempre solían decir que todo iba a salir bien aunque ya estuviera pensandoen la manera de salir de ahí como fuese.



Un Marlboro. Le ofreció un Marlboro, de esos que constabantres o cuatro caras libras. Quizás sería Ethan, que se había acostumbrado alquehacer de las bandas, los bajos fondos de la ciudad, no se sabría decir conexactitud. Pero lo que si estaba claro que no todas las personas podían fumarun Marlboro debido a su coste. El tabacosubió en todos los países y Londres no iba a ser menos, así que… Sin dudaalguna cogió dicho Marlboro, claro que sí. A modo de gracias, le dedicó unaamplia sonrisa, a la que después añadiría una petición de fuego para encendersu dicho tabaco. – Nada sería lo mismo sin tabaco, Xesca. – Respondió Ethan conuna sonrisa en los labios, no tan amplia como la anterior, a la espera de dichofuego. Entretanto, el café de Ethan estaba servido y esperaba ansioso a serdegustado en el mostrador.